Dejar que el gallo madure

El rey Tcheu confióa Chi Hsing Tseu el adiestramiento de un gallo de riña prometedor, que parecía dotado y combativo. El rey esperaba pues un adiestramiento rápido… y no comprendía verdaderamente que diez días después de su comienzo aún no hubiera tenido ninguna noticia del progreso de su campeón. Decidió ir en persona a ver a Chi para preguntarle si el gallo estaba listo.

­ ¡Oh no, señor, aún le queda mucho para madurar. Todavía es muy orgulloso y colérico ­respondió Chi.

Pasaron diez nuevos días. El rey, impaciente, fue de nuevo a ver a Chi para informarse.

­ El gallo ha hecho algunos progresos, majestad, pero aún no está preparado ya que reacciona en el momento mismo en el que ­ siente la presencia de otro gallo ­le explicó Chi. Diez días más tarde, el rey, irritado ya de tanto esperar, fue a buscar el gallo para echarlo a pelear. Chi se interpuso y le explicó:

­ Aún es demasiado pronto. Su gallo no ha perdido completamente su deseo de pelear y su ímpetu se manifiesta siempre. El rey no comprendía muy bien lo que desvariaba este viejo Chi. La vitalidad y el ímpetu del animal eran precisamente la garantía de su eficacia. Pero, en fin, como Chi era el adiestrador más famoso de todo el reino, confió en él a pesar de todo y continuó esperando.

De nuevo diez días pasaron. La paciencia del soberano estaba a punto de estallar. Esta vez, el rey estaba decidido a poner punto final al adiestramiento. Hizo venir a Chi y se lo anunció con un tono que traicionaba su mal humor. Chi tornó la palabra sonriendo y dijo:

­ De todas maneras el gallo ya está casi maduro. En efecto, cuando oye cantar a los demás gallos no reacciona, permanece indiferente a las provocaciones, inmóvil como si fuera de madera. Sus cualidades están ahora sólidamente enraizadas en él y su fuerza interior se ha desarrollado considerablemente.

Efectivamente, cuando el rey quiso echarlo a pelear ningún otro gallo estaba visiblemente a la talla de pelear contra él. Además ni siquiera se arriesgaban, ya que salían huyendo desde el momento en el que lo veían.

Pascal Faulliot

2 Comments