Jefes Difíciles

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Una de las preguntas que me llegan con más frecuencia es: “¿Cómo puedo manejar a un jefe difícil?”

Cuando les pregunto cuál es su definición de un jefe difícil, generalmente las respuestas no se tratan de un jefe exigente en cuestiones de resultados; más bien, hablan de un jefe cuya personalidad es agresiva, grosera, gritona y que hasta  puede ser violenta en términos verbales e inclusive en maneras físicas. Este tipo de jefe no golpea a un empleado o colega, pero por ejemplo, puede ser que llegue a golpear la mesa con su mano durante un regaño o que cierre la puerta de manera brusca y exageradamente ruda al salirse de una oficina.

La distinción es importante, porque no debes confundir demandante con difícil.

Un jefe demandante y exigente está casado con ciertos estándares mínimos y enfocado en cuestiones de logros y resultados, procesos, reglas y políticas a beneficio del equipo, del departamento y de la empresa.  En cambio, un jefe difícil, tiende a ver las cosas a su beneficio, mismo que lo lleva a enfocarse en su poder, en su manera, en su control y hasta en esconder sus ineptitudes para preservar su puesto.

¿Existen excepciones a lo que acabo de mencionar?, ¡Por supuesto! A fin de cuentas, todo en ventas tiene excepciones, pero las excepciones son precisamente eso, algo inusual. Por lo que creo que lo realmente importante es analizar algunas ideas de qué hacer con esos casos de jefes difíciles.

No reacciones al abuso

Lo peor que puedes hacer si te está regañando un jefe explosivo y violento es reaccionar de una manera similar a su abuso. Tu habilidad de mantener la calma y no bajar a ese nivel es medular, para poder – si es posible – escoger un momento más apropiado, (posteriormente al incidente) de tratar de hablar con él. No conviertas ésto en una guerra de egos. No lo enfrentes, su inseguridad lo obliga a ganar a pesar de todas las consecuencias. Además de eso, cuando reacciones emocionalmente estableces un patrón para que se desquite contigo de nuevo en otra ocasión. Desármalo, simplemente reconociendo sus comentarios (por real o falsos que sean) y dile “Tienes razón. Discúlpame. No vuelve a pasar” y cállate. No le queda otra salvo decirte algo como, “Espero que así sea…”. Recuerda: tu objetivo no es ganarle, sino ganártelo.

Averigua las reglas del juego

Si decides o tienes que quedarte en un trabajo con este tipo de jefe, es importante tratar de averiguar lo más pronto posible sus modos, idiosincrasias y particularidades para ver cómo puedes acoplarte a su personalidad. También es elemental sentarte con él y en sus variantes maneras saber que espera de ti, cómo te va a exigir y analizar si estás dispuesto a “pagar ese precio”. Este proceso requiere flexibilidad de tu parte, porque frecuentemente, sus reglas cambian a su conveniencia. Por lo tanto no creas que están  escritas en concreto, más bien están hechas en agua.

Acepta que no lo puedes cambiar

La única persona que puedes controlar eres tú. Dado eso, enfócate en cómo procesas lo que te dice y no permitas que te haga sentir mal o inferior. Manejar eso requiere madurez humana y es una decisión que puedes definir por dura o dolorosa que sea, así como puedes decidir hacer otras cosas muy duras como empezar a hacer ejercicio, dejar de fumar o cambiar cómo comes. Requiere el mismo concepto de disciplina. Por lo tanto, no confundas el hecho de que no te gusta tu jefe con no ser tú un profesional. No tienes que querer a tu jefe ni convertirlo en un amigo, pero si tienes que ser un profesional. Es decir cumplir con tus obligaciones, seguir órdenes y dar el resultado. Recuerda: profesionales exitosos dan el resultado a pesar del jefe.

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Analiza tu desempeño y resultados

No descartes la posibilidad que la relación tumultuosa que quizá tienes con tu jefe puede estar ligado a tu falta de desempeño y resultados. Analiza si estás cumpliendo con tu cuota (el vender) y con tus responsabilidades (acatar las reglas como: la puntualidad, cubrir guardias, ejecutar la “talacha” administrativa, etc.). Frecuentemente vendedores mal interpretan un jefe difícil por uno que presiona (si de acuerdo- posiblemente en maneras no apropiadas), y hasta hostiga para conseguir o sacarle el resultado a su gente. Lo interesante es que no es fuera de lo común ver cambios radicales en relaciones entre gerente y vendedor, cuando el vendedor empieza a “darle de comer” al jefe. Ese simple (y muy importante) factor cambia el valor que el jefe ve en uno y como consecuencia también cambia la manera en que trata a cierta gente.

No traigas tus broncas a casa

Por difícil y complicado que sea, trata de no llevar tus broncas a casa y jamás te desquites con tu familia por cuestiones de trabajo; si haces eso, ese jefe está ganando.

Que te quede muy grabado: tus seres queridos no tienen la culpa de que trabajes con alguien grosero, enojón, prepotente, déspota o mal encarado. Trata de volar en otros cielos fuera del trabajo; por ejemplo: busca tener una variedad de amistades más allá del trabajo, ésto te permitirá platicar de otras cosas y de otros temas que no tengan nada que ver con tu chamba o con tu jefe y a la vez estos mismos te ayudarán a poner las cosas más importantes en otra perspectiva; otra cosa que te recomiendo es que ¡hagas ejercicio!, por trillado que sea, el involucrarte en actividades físicas como hacer deporte o ejercicio te ayudan a manejar mejor el estrés y las presiones.

Tienes que estar dispuesto a irte por las razones correctas

Si de plano haz intentado todo, (ojo: dije todo) y no le ves luz al final del túnel, tal vez tienes que buscar otro lugar para trabajar, pero no pierdas la visión de un panorama más amplio y peligroso para tu carrera y estabilidad laboral: el peligro es crear el hábito de huir de cada conflicto, momento, situación o circunstancia difícil en tu vida. Analiza esto: Si cambias de trabajo y resulta que en el nuevo trabajo te encuentras con otro jefe similar o peor al anterior, ¿te vas a cambiar de nuevo? y si lo haces, ¿cuándo paras?. Tienes que aprender a manejar y a vivir con cosas difíciles en tu vida, eso se llama realidad. Dado eso, debes estar dispuesto a irte, pero sólo por las razones correctas.

Unas cosas más: Mientras decides si te quedas o si te vas, dedícate a cultivar y a mantener tu dignidad. No te bajes al nivel de los agresores, escucha a tu conciencia y cree en ti no en lo que dicen de ti, mientras sigues tu sentido común y dejas que tus resultados hablen por ti.

Sospecho que cuando hagas éste tipo de cosas te irá mejor.

¡Jefes difíciles son difíciles! Pero aprender a manejarlos es lo que te hará grande.

Recuerda: Tu éxito es tu responsabilidad. ©

Nos vemos en la trinchera.

Graham

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