Vende a pesar de todo

img-invitado-087No importa qué: el fallecimiento de un ser querido, el enfriamiento de la relación con tu pareja o con la familia, el cambio de gerencia, un nuevo proyecto en la empresa, la edad, las canas, la panza, el IVA, el presidente, los narcos, los nacos, la gasolina subiendo de precio, tu perro, etc., etc.;  siempre hay algo que está en movimiento y cambiando nuestro tren de vida, a veces, pasa de lado sin importarnos y en ocasiones nos afecta de tal forma (porque así lo decidimos) que nos transforma, para bien o para mal; por lo tanto, de lo que debemos estar siempre conscientes, es de que no debemos permitir que ese cambio nos deprima hasta el grado de la inmovilidad.

“Depresión inmovilizante” es lo que yo llamo -y que me disculpen los expertos en cuestiones mentales y conductuales- a la “hueva” por falta de ganas de vivir o, mejor dicho: “ya nada me motiva”, seguimos ahí porque no hay más remedio, porque es lo que hemos hecho siempre, porque de esto he vivido, porque no servimos para nada más.

Eso se llega a pensar, y sucede que de repente una vocecita (o Graham) en nuestro interior nos comienza a decir: “Recuerda cómo te sentiste cuando obtuviste por primera vez el primer lugar de ventas”, “recuerda el sentimiento de esa primer entrega, la sonrisa del cliente abierta, franca y sincera hacia ti”, “recuerda ese primer mes con más de cien mil pesos de ingresos”, “recuerda ese viaje al extranjero con tu familia”, “si él/ella puede ¿por qué yo no?”; entonces nos pega el orgullo y levantamos la cabeza, hacemos inventario de todo con lo que contamos y de lo que carecemos (que afortunadamente no nos hace falta para seguir viviendo) y echamos la maquinaria a andar: Llamadas a clientes que “sentimos” que se acuerdan de nosotros, que nos compraron hace tiempo, a amigos y familiares que creemos pueden comprar nuestro producto, tocamos la puerta del vecino, agradecemos al cliente que le estoy entregando… y nos damos cuenta de que habíamos dejado de hacer lo que nos gusta, lo que nos llena de orgullo, lo que nos llena la cartera de billetes: VENDER DE CORAZÓN Y CON EL CORAZÓN SIN IMPORTAR QUÉ.

Considera para ti, y a tu modo, lo siguiente:

¿Que el gerente de esa agencia es un grosero? NO IMPORTA, yo le vendo a los clientes no al gerente. Y aquí quiero decir algo que me he dado cuenta a través de más de 20 años: Gerentes van y vienen, pero los buenos vendedores permanecen.

¿Que no hay producto suficiente? Háblale al cliente con la verdad y hazle ver la conveniencia de esperar un par de meses por su auto.

¿Que la competencia está dando 100 meses sin intereses y seguro gratis y sin enganche? Hazle ver al cliente la inconveniencia de comprar ese producto por el bajo valor de reventa, por ejemplo.

¿Que los compañeros son todos unos piratas y están confabulados para que yo no venda? Pues tendré que enamorar al cliente para que no se vaya con alguno de ellos.

Y si no hay más remedio o ya me cansé de remar a contra corriente en tal o cual marca o agencia, tengo suficiente carácter como para colocarme y ser de los mejores en cualquier otra agencia o marca.

Una bendición de ser cochero es que diario hay alguien que compra un coche y diario hay quien necesita que promocionen y vendan sus coches.

Conocí a un compañero que, cuando fue a España, vivió de vender coches allá. La cosa es, no dejarse morir en el intento.

¡Felices ventas!

Alfonso Cruz

Asesor Comercial

One Comment

Add a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *