quien se enoja pierde

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El otro día vi a un vendedor llegar casi a los golpes con un cliente; ambos estaban furiosos y se estaban jaloneando, uno de la camisa del otro, mientras al otro le jaloneaban el brazo.

El vendedor y el cliente tuvieron que ser separados por el gerente y por otro vendedor al escuchar los gritos.

A partir de la discusión, entre exclamaciones e indecencias empezaron las amenazas mientras continuaban los insultos: “No sabes con quién te estás metiendo…”, “A mi no me hables así…”, “Más vale que no te encuentre fuera de aquí…”, “Eres un hijo de…”, en fin, totalmente triste, incomprensible y sin duda un caso muy extremo.

¡No lo pude creer! En verdad fue algo surreal.

¿Cómo diablos llegaron hasta ese punto?, ¿Qué creían?, ¿Qué eran dos perros callejeros marcando su territorio?,  o ¿Qué estaban en una cantina del viejo oeste o en los tiempos cavernícolas?

Aún no me queda claro si fue machismo, ego mal enfocado, inmadurez o una combinación de estas cosas entre otras posibilidades.

Y aun más impactante fue cuando me contaron que al siguiente día regresó ese cliente con “unos amigos” para “educar” a ese vendedor, que afortunadamente para él, (y precisamente por ese incidente) ya no laboraba ahí. Ese siguiente día el  gerente tuvo que hábilmente difundir una situación que en el mejor de los casos era muy incomoda y en peor de los casos sumamente peligrosa.

Por lo tanto, es necesario considerar que quien se enoja pierde, ya que nunca sabes hoy en día con quién te estás enojando, ni cuál va ser el precio a pagar. Nada que te haga molestar y enojar en tu trabajo vale tu vida o tu salud física o mental. No arriesgues tu fuente de ingresos por tu falta de control al hablar, en tu carácter y en tu temperamento.

¡Por tu bella y Santa Madre, mantén la calma!

No te enojes con tus prospectos, ni con tus clientes, colegas y gerentes. No te enojes con tus empleados ni jefes. No te enojes con tus amigos, familiares ni seres queridos. Y no solo no te enojes, sino que si llegaras a enojarte nunca lo muestres. Se llama madurez y control.

Aparte del peligro que corres físicamente y legalmente, piensa lógicamente. ¿Honestamente crees que si un prospecto o cliente nota o percibe que estás molesto con él, te va comprar? ¡Claro que no!

Mira que harías tú. Si un vendedor se molestara contigo, tú mismo lo mandas al diablo y te irías a gastar tu lana en otro lugar, así que sospecho que ellos también actuarían como tú.

Lo absurdo es que todos lo sabemos, pero aún así todos los días pasa eso. Si, de acuerdo, no al nivel que te mencioné arriba, pero existen constantes ejemplos cotidianos de personas perdiendo la calma y no hablo exclusivamente de vendedores versus clientes o viceversa. Sino también sobre el uso y abuso de la violencia verbal entre gerentes y empleados.

Si eres uno de esos que constantemente pierde la calma, ten cuidado porque frecuentemente en esos segundos de enojo y con esas palabras lanzadas sin pensar, existen consecuencias dolorosas e irreparables que duran años (en el trabajo o en casa).

Ahora, no estoy apuntando el dedo a nadie. Si te cabe el saco, póntelo. Pero si honestamente te incomoda lo que menciono, quizá es tiempo de reflexionar la manera en la que procesas las cosas que ocurren en tu vida y en tu trabajo y en cómo canalizas tu mensaje ante los demás (sean clientes, colegas o seres queridos).

Quizá es el momento de analizar cómo reaccionas ante la adversidad y la presión, así como cuál es tu estilo de liderazgo, conducta y comunicación.

Mira, yo no soy psicólogo, soy orgullosamente un simple vendedor. Pero me “cayó el veinte” hace años que la persuasión es mucho más efectiva que la agresión en cualquier ámbito del trabajo, de ventas y de la vida. La persuasión requiere paciencia, con un enfoque en el “vender” beneficios y soluciones. A cambio la agresión simplemente espanta, intimida, rechaza y enoja.

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¿Eres agresivo y violento en maneras verbales y hasta físicas? , ¿Quién te vendió la idea de que actuar así es beneficioso para tus ingresos y para el fomento y crecimiento de una relación humana sana?

¿De veras compraste esa mentira? Oye,  antes de justificar tus actos y palabras de violencia del pasado, no me digas que así te educaron, porque sugiero que mejor mires cómo saliste.

Ojo: ¿Qué le estás enseñando a tus colegas, empleados y jefes?, ¿Qué le estas enseñando a tu pareja e hijos? No te desquites con tu familia por lo que está pasando en el trabajo y no te desquites con tus colegas por lo que está pasando en casa. ¡Ellos no tienen la culpa! Recuerda, solo tú te controlas a ti.

Vamos al grano: el mostrar respeto y amor no se hace a través de un grito, un insulto o un golpe a la mesa. El “vender” o imponer una orden, una regla  o una política tampoco se hace con una amenaza o chantaje emocional o laboral.

Te repito, no soy psicólogo pero de lo que he visto a través de mi carrera es que la mayoría de personas que “tienen la mecha corta” y son explosivos, (adicionalmente a factores de inmadurez profesional) cuando llegan a tener “el poder”, tiende a ser mal aplicado, como un “bully” en la escuela.

Es decir, muchos ocultan sus inseguridades a través de dicho poder, sea en el trabajo como un gerente inepto gritón e insultante o quizá en casa como una pareja celosa obsesiva y controladora a través de chantajes mentales o fiscos; y aún más interesante es que este tipo de personaje jamás aceptarían que alguien les hable y actúe con ellos,  como ellos hablan y actúan con otros.

Una cosa más amigos gerentes, vendedores, padres y madres de familia: Por favor, no confundas temor por respeto. El temor se impone. El respeto se gana.

Si, sin duda… Quien se enoja pierde.

Recuerda: Tu éxito es tu responsabilidad. ©

Nos vemos en la trinchera.

Graham

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