¡O pagas el precio o pagarás las consecuencias!

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En ventas (como en la vida) esta es la realidad: O pagas el precio, o pagarás las consecuencias.

Y lo interesante es que la mayoría de consecuencias, sean buenas o malas, no tienden a ser consecuencias inmediatas.

Más bien se manifiestan en un futuro y a veces en un futuro muy lejano.

¿No me crees? Mira esto:

Nada más por el hecho de que fumas tu primer cigarro, no significa que ya tienes cáncer. Más bien es la consecuencia de fumar un cigarro cada hora de cada día, por treinta años, lo que te puede causar cáncer.

No es que te conviertas en una persona millonaria porque un día ahorraste unos pesos. ¡No! Es la consecuencia de crear la disciplina de ahorrar unos pesos cada día por años lo que te convierte en esa persona millonaria.

Te comento esto porque, hace varios meses atrás, viajaba a Sudamérica para impartir una conferencia. El vuelo salía a las 12:00am de la media noche y alrededor de las 10:30pm la aerolínea anunció que el vuelo se iba a atrasar 3 horas. Para no hacerte el cuento largo, casi a las 2:00am me encontré en el sanitario al intendente y comenzamos a platicar. Yo lo hacía para matar el tiempo; él – un señor por cierto muy amable, cortés, elocuente e inteligente –, quizá lo hacía para romper la rutina de su trabajo.

En fin, acabamos hablando de varios temas como el paso del tiempo, de cómo crecen nuestros hijos, sus edades, etc., y de repente me preguntó: – “¿Qué edad crees que tengo?” Honestamente se veía bastante viejo, pero con el fin de no ofender le contesté: – “Yo diría, ¿unos 60?” y me respondió que tenía casi 74.

Me sacó de onda y en una manera amable le pregunté: “Mi estimado, siendo tan inteligente y elocuente, ¿Cómo acabaste a tus 74 cuatro años limpiando baños en un aeropuerto a las 2 de la mañana?”

Su respuesta me impacto. Me contestó: “Estoy pagando las consecuencias de haberme salido de la escuela y dejado de estudiar hace más de 65 años.” Si analizas esto te darás cuenta que aun años después del acto de haber dejado la escuela, ¡seguía pagando las consecuencias de ese acto!

Y es lo mismo en ventas. Indudablemente tienes que estar dispuesto a pagar el precio. Porque por doloroso que sea ese precio a pagar hoy, jamás te dolerá ni se acercará al nivel del dolor que te causarán las consecuencias a futuro.

Te doy unos ejemplos:

O pagas el precio de aprenderte tu producto o pagarás las consecuencias de perder (por años, ventas y sin darte cuenta) a tu competencia debido a tu incompetencia.

O pagas el precio de adaptarte al nuevo mercado, al nuevo perfil de prospectos de hoy en día, a la nueva tecnología de tus productos y las nuevas herramientas tecnologías como el Internet y el CRM, o pagarás las consecuencias de ganar menos hoy que hace cinco años.

O pagas el precio de darle seguimiento a tu cartera después de su compra, o pagarás las consecuencias de requerir guardias para sobrevivir porque tus clientes existentes no te recompran, ni recomiendan, tampoco recuerdan tu nombre, ni les importa si los atiendes tú o quien sea.

O pagas el precio de disciplinarte a hacer esas cosas pequeñas difíciles que hacen tu vida y venta más fácil, o pagarás las consecuencias de convertirte en un negativo, quejumbroso títere de las circunstancias sin dinero y sin futuro.

O pagas el precio de cultivar tu reputación y fomentar relaciones a largo plazo tanto con tus clientes internos como tus clientes externos, o pagarás las consecuencias de ser un vendedor mercenario, condenado a vender tus servicios de agencia en agencia, de marca en marca sin tener estabilidad y constancia.

O pagas el precio de invertir en ti, continuamente estudiando, creciendo tu nivel de conocimiento a través de libros, audio libros y cursos, o pagarás las consecuencias de ser marginalizado, menos valorado por un mercado dinámico y creciente.

O pagas el precio de cuidar tu salud, tu estado físico para aguantar las inevitables y demandantes exigencias tanto mentales como físicas del maravilloso mundo de ventas, o pagaras las consecuencias de buscar el atajo, de disminuir tu perseverancia y de padecer de dolores que afectan tu desempeño y concentración.

Te repito: Consecuencias no tienden a ser inmediatas. Tienes que estar dispuesto a pagar el precio, de hacer las cosas hoy con base en quién quieres ser y qué quieres tener en un futuro.

Lo triste es que la mayoría de vendedores no están dispuestos a pagar ese precio, (¡y después se quejan!).

Lo bueno es que si lo haces tú, te diferenciarás cuánticamente de tu competencia.

Por tu bella y Santa Madre, ¡paga el precio! Jamás te arrepentirás.

Recuerda: Tu éxito es tu responsabilidad.©

Nos vemos en la trinchera.

 

Graham

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