Si vas a perder el tiempo, que sea haciendo lo que amas.

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Escrito por: Rita Arosemena

¿Qué estás haciendo con tu vida?

Lo más seguro es que si estás leyendo esto sea porque quieres tener éxito, y tener éxito a menudo implica hacer muchas cosas. Ahora bien, puede que esas cosas ya la estés haciendo, sólo que no a la velocidad que te gustaría, no en la magnitud que quisieras, no con la grandeza que imaginas o con los resultados que esperas.

Seamos francos: puede que gran parte de las cosas que quieres conseguir no las hayas conseguido todavía, que de vez en cuando te cueste más de la cuenta creer que realmente puedes subir la montaña y te preguntes si acaso no conviene más hacer lo que hacen otros: abandonar lo que quieres por “lo que deberías” querer.

Pues bien, te diré algo muy simple y que, al mismo tiempo, es tan importante que deberías asegurarte de recordar siempre:

Sea cual sea tu montaña, sea lo que sea que quieras conseguir, lo que hiciste para conseguirlo será lo único que importe cuando ya no te quede tiempo para vivir.

Conozco personas brillantes y capaces de comerse el mundo que, en lugar de hacer lo que quieren y pueden hacer, viven estancados por culpa del “pero” y el “y si”:

Pero no estoy seguro de ser bueno en esto… ¿Y si me sale mal?

Así que llevan las vidas que nunca quisieron llevar y se conforman con ser lo que jamás quisieron ser porque el miedo al fracaso los paraliza. Imagina lo horrible que sería si te conviertes en ellos. 

Por qué no deberías permitir que nadie opine sobre tu vida.

Sé que seguir tu “llamado”, hacer caso a la voz que te dice que viniste a hacer cosas grandes no siempre es fácil. Yo crecí en una familia acomodada, y no me refiero a “económicamente acomodada” sino laboralmente acomodada.

En familias como la mía, ser asalariado no es solo la cosa más normal del mundo sino también lo mejor que uno puede hacer. Irse por lo seguro, trabajar para otro y rendirle cuentas a alguien más tiene su encanto para cierto tipo de gente porque es cómodo y, según ellas, las probabilidades de que te pase algo malo son muy pequeñas (como también lo son las probabilidades de que te pase algo muy bueno).

Yo soy escritora, y en familias como la mía, escribir no es algo que esté muy bien visto. Siempre me dijeron que no perdiera el tiempo en tonterías, y la verdad es que luego de diez años, estando donde estoy ahora, al fin comprendo que siempre tuvieron razón: no hay que perder el tiempo en tonterías, hay que perderlo haciendo lo que amas.  

Son tiempos difíciles para los soñadores, dice una película francesa, y es muy cierto: aquellos que tienen el valor suficiente para decir lo que piensan y hacer lo que dicen son pocos. Bertrand Russell decía que el gran problema consiste en que los estúpidos siempre están seguros de todo y los inteligentes siempre están llenos de dudas. En este caso, no se trata precisamente de ser estúpido o inteligente, pero Bertrand dio en el clavo con algo: los que nunca han intentado construir nada son, irónicamente, quienes están más convencidos de que tú no podrás hacerlo.

Te conviene recordar algo: sin importar el horizonte que elijas para tu vida, siempre habrá alguien ahí para decirte que tu horizonte es equivocado, y si te detienes a preguntarte si lo es o no lo es… Nunca te moverás.

Hay gente que se roba a ella misma días, semanas, meses… años enteros que no van a recuperar intentado descifrar el camino perfecto, la fórmula secreta que hará que su primer paso sea el gran paso mágico tras el cual todo lo que toquen se convierta en oro. Y así llegan al final del camino sin haber pasado realmente por él, porque el camino pasó por ellos. La vida pasó por ellos.

Recuerda: no se trata de elegir “el camino ideal”, el más corto o el más largo, el que va en subida o en bajada: se trata de elegir tu camino con la certeza de que es Tuyo y no de alguien más. Que tiene el color de tus ojos, tu piel, tu nombre, tu alma… porque si alguna vez quieres volver, puede que ya no tengas tiempo.

Así que mi familia acomodada lo sigue siendo, y lo seguirá siendo, al igual que las personas que te dicen que tu horizonte está mal, que deberías “madurar”, ser menos soñador, buscar un trabajo estable, producir “como hacen los demás”, poner los pies en la tierra y entender que la riqueza, la libertad económica y “esas cosas” sencillamente “no le pasan a cualquiera”…

… porque “hay que tener suerte”.

Cuando los escuches decir eso, procura darte cuenta de que solo repiten lo mismo que un día les dijeron, y no olvides sentir alivio entonces, porque tú entiendes lo que ellos nunca lograron entender:

La suerte es el consuelo de los que renuncian porque piensan que el éxito no les pertenece. La disciplina, el trabajo y la constancia son la realidad de los que triunfan, aquellos que saben que la victoria requiere esfuerzo y que el esfuerzo no viene de la suerte… sino de la elección.  

De alguna manera, los visionarios suelen ser siempre los seres más incomprendidos, los más rechazados, los más afectados por el cáncer de la mediocridad. A Edison le dijeron que era estúpido e improductivo. A Walt Disney, y a Harland David Sanders lo despidieron infinidad de veces antes de fundar una de las franquicias más grandes del mundo: KFC.

Así que no esperes un empujón de quienes nunca se han movido. No busques fuego en otro sitio cuando siempre has llevado un incendio dentro.

No te escondas detrás de la excusa. No dejes que la duda — sea tuya o ajena — te reseque la vida, ni que el miedo te mate la libertad. Y sal…

Sal ahí afuera, y ponle al mundo tu nombre.

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