Tener fe en ti

imagencentral-170Para poder aprovechar al máximo tu nivel de conocimiento, talento y habilidades con el fin de vender más y mejor, es imprescindible que dentro de tu repertorio de fortalezas mentales, tengas un alto grado de fe en ti.

Sin recargarte constantemente sobre este refuerzo interno tuyo que ocurre “detrás de las escenas”, se vuelve  más difícil aguantar y aprovechar los múltiples e inevitables cambios y retos que comúnmente ocurrirán en tu día a día dentro del maravilloso mundo de ventas.

¿Por qué?

Porque nada en ventas es aislado, todo está conectado y por ende, por sólidos que sean tus habilidades y conocimientos; por profundo que sea tu experiencia, si no están sustentados con un alto grado de fe en ti, tus habilidades, conocimientos y experiencia se diluyen  hasta incluso volverse en inefectivos.

Cuando yo hablo de fe en mis cursos y conferencias, no estoy hablando necesariamente de una fe religiosa (aunque indudablemente sí es aplicable), más bien estoy hablando del nivel de tu fe en tu vida de ventas, la fe en tu persona.

La fe en el fondo es una certeza, una absoluta e irrevocable creencia que no necesariamente puedes comprobar ni garantizar, pero no dudas que existe. Sabes indiscutiblemente que no solo es posible sino innegable.

Después de capacitar a más de 100,000 vendedores en varios países a través de los años, he visto que los vendedores de Alto Rendimiento, Alto Éxito, Altos Resultados y Altos Ingresos© tienen ciertas características en común. La mayoría tienen y mantienen precisamente altísimos niveles de fe. Fe en ellos mismos, fe en sus habilidades, fe en poder superar cualquier reto u obstáculo, fe en responsabilizarse por su éxito, su actitud y su motivación. Saben que les va a ir bien y que van a ganar, a pesar de todo.

¿Logran siempre ganar todos, con todo, todo el tiempo? ¡Por supuesto que no!

Pero lo interesante es que lo logran mucho más que los demás y eso es lo que los diferencia y los pone constantemente en la categoría de la excelencia.

Dado esto, es importante que tomes un tiempo para reflexionar cuánta fe verdaderamente tienes en ti, en tus habilidades y en tus circunstancias (entre otras cosas). Más vale que esta fe que tienes en ti sea real, profunda e irrevocable. Porque sin esa fe hay consecuencias. Te reitero: en ventas nada es aislado. Todo está conectado.

¿No me crees? Mira cómo se evoluciona esta cadena de consecuencias y todo porque no hubo fe:

Sin fe en ti, no tendrás compromiso. Sin compromiso no hay convicción y sin convicción tampoco hay resistencia ni resiliencia y por ende difícilmente habrá disciplina propia, por lo tanto, el éxito constante es imposible sin disciplina propia.

¿Qué significa esto?

Pues sin fe en ti, es decir, una absoluta e irrevocable creencia en ti – misma que no necesariamente puedes comprobar ni garantizar, pero no dudas que existe y que como tal, sabes que es posible superar y lograr tus objetivos – no te permite mentalizarte a comprometerte de manera contundente.

Por lo tanto, sin compromiso contundente es difícil hacer todas las pequeñas cosas duras e incómodas que precisamente se requieren hacer y decir para facilitar tu vida en ventas. Cosas como salir a la calle a prospectar cuando tú prefieres estar en piso; el posponer o cancelar un evento familiar porque de la nada te llama un prospecto queriendo hacer la prueba de manejo ahorita; el mantener una actitud positiva a pesar de que el flujo de piso ha disminuido o porque el gerente te regaño en la junta.

Sin la existencia de compromiso la consecuencia es que tampoco habrá convicción. ¿Qué significa la falta de convicción? Pues el hecho que no te permite convertir tu mundo de ventas en tu estilo de vida, en tu cultura y en tu estado mental. No te permite promoverte en fiestas, bautizos, cumpleaños y reuniones. No te deja ignorar tus tropiezos y enfocarte en tus logros, más bien te mantiene estancado y viviendo bajo la sombra del temor y la pena.

Y sin convicción inevitablemente no habrá resistencia y resiliencia. Es decir, tu habilidad de aguantar y de recuperarte a la brevedad. El aguantar tiempos difíciles, clientes complicados, gerentes exigentes, e inventarios escasos (entre muchos más retos).  Y el recuperarte rápidamente después de una venta pirateada, una operación caída o cancelada, un ajuste negativo a tus comisiones o un cambio inesperado de último momento sobre algo que tú tomabas por hecho.

Todos los anteriores culminan y se manifiestan en la falta de disciplina propia. Es decir, el obligarte constantemente a hacer lo que no quieres hacer y hacerlo muy bien a pesar de que no quieres hacerlo. Por ejemplo: el practicar y ensayar tu presentación, por aburrido que se te haga. El quedarte aun cuando ya te quieres ir. El cumplir bien con tus llamadas de seguimiento aun cuando no estás de humor. El enfocarte en tu trabajo por más problemas que tengas en casa.

En conclusión y como puedes ver, el tener esa fe en ti es mucho más profundo que simplemente asumir que eres una buena persona y que te va a ir bien. Sí tiene que ver con tu nivel de autoestima y el acostumbrarte a enfrentar, derrotando cada día las tentaciones de la flojera, la ignorancia y el miedo. Tiene que ver con enfocarte en las soluciones y no obsesionarte en los problemas. Requiere que seas agradecido por tus triunfos (por pequeños e insignificantes que se te hagan) creando hábitos de éxito, consciente de que cada logro por poco que sea, sigue siendo un avance y tomando la decisión de tomar control de tu estado mental y de tu actitud.

Sospecho que si dedicas más tiempo a esto, a través de la constancia de aplicarlo un poquito más, cada día, para fortalecer la fe en ti, encontrarás mejores y mayores resultados. No siempre, pero sí más.

Si no lo estás haciendo, ¡empieza ya! ¿Qué tienes que perder?

Recuerda: tu éxito es tu responsabilidad.©

Nos vemos en la trinchera.

Graham Ross

4 Comments

Responder a Graham Ross Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *