Los 4 acuerdos -Tratado de sabiduría Tolteca (fragmento)

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«No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges. Si observas tu  vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento».

Los toltecas  una de las tribus de Mesoamérica, cuya lengua era el Náhuatl, se establecieron en el centro de México en Tula que se convirtió luego en un imperio que dominaba el centro de México ya hacia el año de 1050 DC.

El Dr. Miguel Ruíz es maestro tolteca y es el autor del libro «Los cuatro acuerdos», tratado de sabiduría tolteca que nos enseña cuatro verdades tan simples y tan poco usadas por nosotros en nuestra sociedad actual.

Hablaremos resumidamente de cada uno de ellos.

Primer acuerdo: Sé impecable con las palabras.

Es el acuerdo más importante y más díficil quizá de cumplir. Ya hemos hablado del poder que tiene el verbo, la palabra, de la energía que encierran las palabras, la energía que le imprimimos desde las emociones, y lo díficil que se hace recoger las palabras una vez dichas.

Dice el Dr Ruiz que toda la magia se encierra en las palabras, si las utilizas bien crearás «magia blanca» si las utilizas mal, será «magia negra». Las palabras ejercen una gran influencia sobre quienes las escuchan.

Todos somos magos, hacedores de magia con las palabras, con ellas podemos destruir o podemos construir, depende del sentido y la intención que le imprimamos.

Por qué ser «impecable» con las palabras? porque la palabra impecable significa exento de pecado, quiere decir no usar las palabras en contra de nosotros.

Cada palabra que digo en bien o en mal regresa a mi con toda su carga energética.

Las personas que nos maldicen, insultan o hieren verbalmente se crean un daño a sí mismas, ya que el todo el veneno que hay en esas palabras generarán sentimientos negativos hacia esa persona, el que las escucha generará odio hacia esa persona que las dice, y ese odio se vuelve en contra del que ofende.

Lo mismo ocurre con las palabras de amor, palabras buenas generarán acciones buenas, palabras malas, acciones malas.

Vemos también que nosotros hemos hecho hechizos a más de uno en nuestras vidas, incluyendo a nuestros hijos, cuando le decimos:

«Tú no sirves para ésto o aquello, mejor estudia ésta o aquella profesión», «Te falta inteligencia», «Eres feo», «Nunca lograrás nada en la vida», etc..todas éstas sentencias son hechizos de magia negra que usamos sin saber el poder que tienen en la vida  del que las recibe y en nuestra vida, ya que toda la mala energía se volverá contra nosotros algún día.

Segundo acuerdo: No tomarte nada personalmente.

No debemos tomarnos las palabras de los demás ni sus acciones de modo personal, ya que cada persona tiene su propio mundo de creencias, sus propios acuerdos, y lo que diga o haga no tiene que ver con nosotros ni con nuestro mundo sino con el de esa persona; como ella lo ve y siente.

Cuando no nos tomamos las palabras o acciones de modo personal, nos volvemos inmunes a su veneno, no nos afectan. Dice el Dr Ruiz: «No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada.

Los seres humanos somos adictos al sufrimiento  en diferentes niveles y distintos grados; nos apoyamos los unos a los otros para mantener esta adicción. Hemos acordado ayudarnos mutuamente a sufrir. Si tienes la necesidad de que te maltraten, será fácil que los demás lo hagan. Del mismo modo, si estás con personas que necesitan sufrir, algo en ti hará que las maltrates.

Es como si llevasen un cartel en la espalda que dijera: «Patéame, por favor». Piden una justificación para su sufrimiento.

Su adicción al sufrimiento no es más que un acuerdo  que refuerzan a diario.  Vayas donde vayas, encontrarás a gente que te mentirá,  pero a medida que tu consciencia se expanda, descubrirás que tú también te mientes a ti mismo.

No esperes que los demás te digan la verdad, porque ellos también se mienten a sí mismos. Tienes que confiar en ti y decidir si crees o no lo que alguien te dice.

Cuando no tomarte nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida.

No tomarse las cosas personalmente es algo que no hacemos, siempre estamos pensando que los demás la tienen tomada en contra de nosotros, que las personas dicen o hacen algo en nuestra contra, que siempre hablan de nosotros, que siempre comentan de nosotros, etc… tenemos que aprender a ver a las personas y sus opiniones como algo que es problema de ellos, no nuestro, ni tiene que ver con nuestra valía como ser humano, si te insultan y te dicen que eres un miserable, pues bien, eso es un concepto que pertenece a esa persona, es algo que ella ve asi según los acuerdos que ha hecho en su socialización, pero que no tiene nada que ver contigo.

Tercer acuerdo: No hagas suposiciones.

El hacer suposiciones siempre nos trae decepciones. Nos pasamos la vida suponiendo cosas que no son ciertas, que creemos ver o saber, éste tercer acuerdo va de la mano con el segundo acuerdo, no tomarse nada personalmente.

El suponer siempre crea problemas, ya que cuando suponemos lo hacemos basado en nuestros propias percepciones de la realidad, en lo que creemos que es, y entonces no conocemos la verdad, cuando suponemos algo de una persona, en éste caso de nuestra pareja, suponemos que sabía algo, y luego cuando comprobamos que no es asi, nos ofendemos, pero no aclaramos con ella las cosas de antemano antes de suponer.

Siempre la verdad por delante es lo mejor.

Respecto a éste tercer acuerdo dice el Dr Ruiz: «La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular.

Todo el mundo tiene derecho a contestarte «sí» o «no», pero tú siempre tendrás derecho a preguntar.”

Cuarto acuerdo: Haz siempre tu máximo esfuerzo.

Este acuerdo es el que permite que los otros acuerdos se conviertan en hábitos internalizados dentro de nosotros.

Se trata de dar siempre lo mejor de uno en cualquier situación. Si hacemos nuestro mejor esfuerzo nunca nos sentiremos culpables de no haberlo intentado lo suficiente, ni sentiremos frustración ni sentimientos de culpa.

Solemos decirnos, «Es que si hubiese hecho más… es que si al menos le hubiera ayudado un poco más…», o » Fracasé porque no lo intenté lo suficiente, no puse todo el empeño que debía» y frases parecidas.

Hacer nuestro máximo esfuerzo y disfrutarlo es aceptarnos a nosotros mismos  sin reproches ni quejas, si damos lo mejor en cada acción, a pesar de que no logremos nuestra meta, no podremos sentirnos frustrados o fracasados, simplemente no estaba para darse, pero no por no haberlo intentado con nuestro mayor esfuerzo.

Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz tu máximo esfuerzo,  y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz.

Autor: Miguel Ruíz.

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