Consejos sobre la toma de sus propias decisiones

Por: Napoleon Hill

img-invitado-082La gran mayoría de la gente que no logra acumular dinero suficiente para cubrir sus necesidades suele verse, por lo general, fácilmente influida por las opiniones de los demás. Esas personas permiten que los periódicos y las murmuraciones de los vecinos afecten a sus ideas. Las opiniones son los bienes más baratos que existen sobre la Tierra. Todo el mundo tiene un montón de opiniones preparadas para comunicárselas a cualquiera que se muestre dispuesto a aceptarlas. Si usted se deja influir por las opiniones cuando se trata de tomar decisiones, no tendrá éxito en ninguna empresa, y mucho menos en la de transformar su propio deseo en dinero.

Si usted permite que las opiniones de los demás le influyan, llegará a no tener deseos propios. No confíe en nadie más que en los miembros de su «equipo de trabajo», y asegúrese de haberlos escogido bien, eligiendo sólo a aquellos que estén en completa armonía con su propósito y que muestren simpatía por él.

A menudo, los amigos íntimos y los parientes le ponen obstáculos a uno por medio de «opiniones», aunque ésa no sea su intención. A veces lo hacen incluso a través del ridículo, con la pretensión de que sea humorístico. Hay miles de mujeres y hombres que sufren de complejos de inferioridad durante toda la vida, debido precisamente a que alguna persona bienintencionada pero ignorante destruyó su confianza en sí mismos mediante las «opiniones» o ridículo.

Usted dispone de un cerebro y de una mente propios. Utilícelos y tome sus propias decisiones. Si lo que necesita son hechos, o la información -de otras personas, que le permitan tomar sus decisiones, como sucederá en numerosos casos, lleve a cabo esos hechos, o asegúrese con discreción de esa información que necesita, sin descubrir cuáles son sus propósitos.

Una de las características de las personas que tienen sólo conocimientos elementales o escasos es la de que intentan dar la impresión de que poseen muchos conocimientos. En general, esas personas hablan demasiado, y saben escuchar muy poco. Mantenga los ojos y los oídos bien abiertos, y la boca cerrada, si lo que desea es adquirir el hábito de una toma de decisiones rápida. Quienes hablan mucho hacen bien poco. Si usted habla mucho más de lo que escucha, no sólo se privará a sí mismo de muchas oportunidades de acumular conocimientos útiles, sino que también habrá puesto sus planes y propósitos al descubierto ante personas a las que les encantará desilusionarle porque, en el fondo, lo envidian.

Recuerde también que, cada vez que abra la boca en presencia de una persona que posea una gran abundancia de conocimientos, estará desplegando ante ella su reserva exacta de conocimientos propios, ¡o su falta de la misma! La verdadera sabiduría suele llamar la atención merced a la modestia y el silencio. Tenga en cuenta el hecho de que cada persona con la que usted se asocie estará buscando, como usted mismo, la oportunidad de acumular dinero. Si habla con demasiada libertad acerca de sus planes, quizá se sienta sorprendido al enterarse de que alguna otra persona se le ha adelantado para alcanzar el objetivo que usted se había propuesto alcanzar, poniendo en práctica los mismos planes acerca de los cuales usted habló con tanta imprudencia.

Que una de sus primeras decisiones sea la de mantener cerrada la boca, y abiertos los ojos y los oídos.

Como una forma de recordarle este consejo, sería útil que copiara el siguiente epigrama en letras mayúsculas, y lo colocara allí donde pueda verlo cada día: «Dígale al mundo lo que intenta hacer, pero llévelo a cabo antes de decirlo». Eso es algo así como decir: «Lo que cuenta son los hechos, y no las palabras».

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