El Fracaso

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En ventas (así como en la vida) esto es una realidad innegable:

Como decides reaccionar ante el fracaso o ante un reto difícil, a fin de cuentas determinará la calidad y cantidad de logros que obtendrás sea en ventas y/o en la vida.

Te lo comento porque si decides ir tras cualquier meta u objetivo inevitablemente vas a experimentar -en sus diversas y variantes formas- algo comúnmente llamado “el fracaso”.

Por lo tanto sugiero que ante todo, analices primero lo que significa el fracaso para ti, sea en términos conceptuales, filosóficos y/o reales. Te sugiero esto porque si ves el fracaso como algo negativo le tendrás miedo, que a su vez te obligará a evitar esas pequeñas cosas que irónicamente son las que precisamente requieres hacer para obtener los logros y éxitos que tanto te dices que quieres.

Que te quede claro: El éxito requiere congruencia. Es decir, el desear el éxito por si solo, jamás es suficiente para lograr el éxito. Requieres agregar a tus deseos compromisos vividos a través de acciones.

Y he ahí el meollo del asunto: si tu miedo a fracasar es mayor que tu deseo de lograr el éxito, no te arriesgarás. Por lo tanto, mídete por lo que haces, no sólo por lo que te dices, ya que así verás en dónde están tus prioridades.

Ojo: dije prioridades, no dije lo que te es importante, porque no es lo mismo.

Si te pones a pensar encontrarás muchos ejemplos en tu vida, que está llena de cosas importantes no hechas. ¿Por qué? Porque sólo haces eso que es prioritario. Como tal, si el éxito, te es importante, pero no es una prioridad para ti, jamás tomarás las decisiones requeridas ni harás las acciones necesarias para conseguir el éxito.

Por eso te animo a comprar esta realidad: si no conviertes lo importante en una prioridad, es sumamente difícil convertir tus deseos en realidades.

Entonces te reitero: define qué significa el fracaso para ti y si resulta que temes el fracaso, ve cambiando y asimilando poco a poco tu interpretación de algo que, si realmente quieres conseguir el éxito, es inevitable, es normal y no quiere decir que es el fin de tu mundo.

¿Cómo?

Hace muchos años, (quizá en uno de los momentos más difíciles de mi carrera), un amigo me dijo: “El fracaso es un evento, no es una persona. Cuando fracasas sólo quiere decir que fracasaste, no quiere decir que eres un fracasado. Y ese fracaso es temporal. Solo será permanente si así lo decides y aceptas.”

Mi amigo me ubicó. Porque me hizo entender que uno puede fracasar y a la vez seguir avanzando. Me hizo ver que el fracaso no está irrevocablemente forjado en acero, más bien es algo fluido y transitorio. Me hizo entender que si lo ves de una perspectiva proactiva y positiva el fracaso es bueno si lo consideramos como un aprendizaje en vez de algo destructivo e irreparable.

Indudablemente tu interpretación personal de lo que es el fracaso tiene mucho que ver con tu enfoque. O sea, te puedes enfocar en el problema y en las consecuencias negativas, o te puedes enfocar en la solución y qué aprendiste de lo que ocurrió. Para algunas personas, el fracaso no es gran cosa, lo aceptan, se adaptan, y continúan a pesar del dolor y la incomodidad causada por dicho fracaso. Pero para la mayoría, la experiencia de un fracaso, dependiendo del nivel e intensidad y contexto de ese fracaso, puede ser sumamente doloroso y hasta devastador.

Por lo tanto, si aceptas que el fracaso es una parte inevitable de la vida, uno debe capacitarse y aprender a reaccionar correctamente ante el fracaso. Y como tal quizá una pregunta lógica entonces sería “¿Qué puedo hacer para asegurar mi éxito a pesar de los posibles contratiempos y muchos obstáculos que un fracaso me causará?”

Para contestar esa pregunta y entender cómo reaccionar ante el fracaso, debes estar consciente de las tres posibles reacciones que tenemos ante el fracaso:

El Claudicar

Por mucho, esta es la reacción más común. ¿Por qué? Porque simplemente es la más fácil de hacer. Cuando personas se encuentran con desafíos e impedimentos que les llevan a fracasar acuden a las excusas, los pretextos y a culpar a las circunstancias y a otros de por qué fracasaron. Aunado a esto, cuando fracasan se les hace muy difícil quedarse enfocados sobre el camino y su objetivo original, ya que ahora se enfocan en lo que les pasó, no en hacia dónde querían llegar. Como consecuencia, desisten en obligarse a ir hacia adelante. Su disciplina se convierte en indisciplina. Más bien deciden ahora acumular justificaciones de por qué no les salió, por qué no fue algo fácil y prefieren apuntar el dedo para señalar por qué les ocurrió esto dado a que no pueden aceptar (por justo o injusto que sea) que son responsables de su fracaso y también de cómo salir de ello.

El Persistir

Esta es la reacción que todos hemos escuchado. Cuando las cosas se ponen difíciles, debes persistir, debes seguir adelante, y nunca te rindas. O sea “¡No pares, sigue, sigue!” El problema con esta reacción al fracaso es que puedes poner una enorme cantidad de energía y esfuerzo, pero si sigues haciendo las cosas incorrectas, los resultados no van a cambiar. Si reaccionas al fracaso exclusivamente de esta manera, corres el riesgo de repetir lo que no funciona (hasta múltiples veces) al punto de cansancio y desánimo o al punto de que vas a pasar el resto de tu tiempo, esfuerzo y empeño intentando, pero no logrando.

La neta es que si das todo lo que tienes que dar, si le pones todos los kilos y le hechas todas las ganas, para levantarte cada vez que eres derribado, todavía puedes fracasar y no conseguir el éxito deseado si estás haciendo las cosas mal. Porque tu éxito no sólo tiene que ver con tu nivel de esfuerzo, sino también (y quizá aun más importante) con tu nivel de conocimiento aplicado aunado a tu nivel de esfuerzo.

El Ajustar

Personas de “Alto Rendimiento, Alto Éxito, Altos Resultados y Altos Ingresos”© creen que el fracaso no es más que un mecanismo de retroalimentación.

Ven el hecho de ganar experiencia como algo positivo, un paso más hacia su objetivo. No lo ven como una muralla insuperable. Y eso es la gran diferencia.

Su estado mental, su creencia en ellos mismos -no su sentir, ni su dependencia de la suerte o de otros- que los lleva responsabilizarse y a tomar acciones amigables a sus objetivos. También tienen miedo, pero utilizan su miedo como un estimulo, no como una razón para desistir.

¿Cómo? Empiezan a través de pequeños riesgos, mismos que si fracasan son aguantables, y si los logran son estímulos para ir al siguiente nivel. No evitan las cosas, más bien se obligan a hacer lo incómodo hasta que se sienten cómodos haciéndolo. Y cuando intentan algo que no funciona, analizan y aprenden de ello para tratar de aumentar su probabilidad de éxito en un nuevo esfuerzo, pero esto es después de ver si lo vuelven a intentar de la misma manera o de otra.

Suena fácil, pero no lo es.

Las buenas noticias son que todo mundo puede hacerlo si quiere. Pero sin duda requiere disciplina, practica, acostumbrarte a enfocarte en lo que quieres, no en lo que no quieres. Enfocarte en la solución, más que en el problema.

Enfocarte en el resultado y no tanto en la excusa.

Un primer paso sería cambiar la manera cómo te hablas. O sea controla tus preguntas a ti mismo. Porque como lo he dicho en múltiples ocasiones: Mientras mejores preguntas haces, mejores respuestas recibirás.

Dado eso no te preguntes cosas que te pueden castigar, acomplejar y derribar. Ejemplos: “¡Qué hice mal?”, “¿Por qué esto siempre me pasa a mi?”, “¿Cuándo va a cambiar mi suerte?” ¡NO! No te condenes a ir por ese camino. Mejor pregúntate cosas como “¿Que aprendí de esto?”, “Si lo hiciera de nuevo, que puedo hacer diferente?”, “¿Qué tengo que hacer ahora para mejorar en esto?”

Una cosa más, identifica a esos que están logrando lo que quieres hacer. Sea a través de libros, vídeos, en persona etc., y trata de seguir su camino. Frecuentemente, el emular el camino ya viajado por otros facilita tu propio viaje.

La presencia de un posible fracaso siempre está a unos pasos de todos nosotros, todo el tiempo. Por lo tanto no es que algún día desaparecerá de tu vida la posibilidad del fracaso. Más bien tu objetivo es que disminuya en importancia al punto en donde haces las cosas a pesar del posible fracaso, o sea dejas de trabajar y vivir para evitar el fracaso y mejor te enfocas en trabajar y vivir para conseguir el éxito.

Recuerda: Tu éxito es tu responsabilidad. ©

Nos vemos en la trinchera.

Graham

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