Cambios correctos positivos o negativos, son buenos

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Me llama la atención cuantos correos y comentarios recibo cada mes que tienen que ver con el vendedor o gerente que se va de un distribuidor a otro. Y cuando les pregunto “¿Por qué?”, las respuestas más comunes tienen que ver mucho más con factores humanos que factores financieros. Por ejemplo: “No me llevo bien con el gerente…”, “Existen favoritismos…”, “No hay apoyo…”, “El ‘Club de Toby’ está muy arraigado…”, “Estoy rodeado de ‘Piratas’…”, “No me valoran…”, etc.

Lo interesante es que cuando un vendedor o gerente se cambia de trabajo y se va de donde está, ese cambio de distribuidor (sea de la misma marca o a otra marca) tiende, a fin de cuenta, a tener el mismo resultado. Es decir, si era bueno en “x” lugar, tiende a tener resultados similares en su nuevo logar. Y si era malo en “x” lugar, su resultados también tienden a ser similares.

¿Por qué? Porque cuando uno cambia de trabajo y lugar, el cambio tiende a ser uno de sede, pero no uno de hábitos, conocimientos y de estado mental. Y he ahí el meollo del asunto: Nada más porque cambias de trabajo, no quiere decir que cambiará cómo te va, al menos que primero cambies no sólo donde estás, sino cómo piensas, trabajas, actúas y aplicas el nivel de tu conocimiento.

No me mal entiendas, no estoy argumentando que no te cambies de trabajo. Estoy proponiéndote que si tienes o quieres cambiarte, dicho cambio debe ser por las razones correctas y reales, y no por caprichos y sensibilidades mal enfocadas.

Obviamente si te llega una excelente oportunidad que es legítimamente buena – misma que te ofrece la chance de crecer y desarrollarte (adicionalmente al factor financiero), profesionalmente y humanamente – pues seré el ultimo en tratar de detenerte. Lo triste es que la mayoría de personas dicen que quieren y buscan cambios y mejoras, pero la mayoría de ellos no hacen lo necesario y requerido para lograr esos cambios y mejoras que supuestamente tanto quieren.

Aparte de eso, existen factores que uno debe contemplar de manera realista, antes de cambiar. Sugiero que esta contemplación debe ser en forma de preguntas francas y brutalmente honestas. Por ejemplo: “¿Cuántas veces ya te has cambiado de trabajo y por qué?”, “¿Te estás cambiando o estás evitando y huyendo?”, “¿Qué te hace pensar que al cambiarte va a mejorar tu situación y tu actitud?”, “¿El problema que vives verdaderamente es el motivo de querer irte, (sea el gerente o el dueño o la marca?, etc.)?, ¿O más bien es tu interpretación, renuencia  y miedo a lo que se te exige?”

No olvides que cada vez que cambias de trabajo pierdes algo. Es inevitable pero no necesariamente malo. Por eso lo que debes medir es si dicha perdida es mayor que el beneficio del cambio. Y si lo es, quizá no vale la pena irte. Y si no lo es… ¡pues adelante!, (y aun así no hay garantía).

Perdidas se manifiestan de diferentes maneras. Pueden ser algo obvio como perder ingresos mientras te acoplas al nuevo lugar, a la nueva filosofía de trabajo del gerente y al nuevo perfil de prospecto a donde ahora trabajas. Pero también existen perdidas sutiles como la dilución de tu cartera y su lealtad a ti en una nueva marca; la inconveniencia de tener menos tiempo con la familia por la distancia y tráfico o el tener que ganarte de nuevo tu reputación y prestigio siendo alguien nuevo en un nuevo lugar.

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¿Cuál es mi punto? Cambios correctos son buenos.

Ojo: Dije cambios correctos. Lo reitero porque de lo que he visto a través de los años, la mayoría de casos donde un vendedor promueve su cambio, no necesariamente ha sido por las razones correctas. Y dentro de esas razones correctas existen dos tipos: razones correctas positivas y razones correctas negativas. Ambas son importantes.

Razones correctas positivas pueden ser un ascenso laboral, estimulante adicionalmente a lo financiero. Otro sería la oportunidad de desarrollar tu carrera y conocimiento de maneras mejores o el exponerte a nuevas cosas, gente e ideas que a su vez genera mejores relaciones, circunstancias y más dinero.

Razones correctas negativas serían: Cambiar por cualquier tipo de acoso o abuso a tu persona sea en términos morales o físicos. Factores de deshonestidad como corrupción, robo y  deslealtad.

Lo interesante es la razón incorrecta, porque esa es la más común y la menos efectiva.

El cambiarte exclusivamente por dinero o sea exclusivamente por factores financieros. Rara vez esta razón por si sola justifica un cambio y adicionalmente a eso, existen múltiples ejemplos en donde el vendedor o gerente se cambia por la promesa o esperanza de más lana sin tomar en cuenta otros factores laborales y personales y en menos de unos meses está arrepentido y… ¡hasta solicita trabajo de nuevo donde estuvo antes de cambiarse!

Generalmente es mejor quedarte a donde estás y crecer tu negocio y quien eres ahí. Es mejor adaptarte y enfocarte en soluciones donde estás que en buscar excusas y pretextos para huir. Éxito en ventas inevitable requiere persistencia, constancia, durabilidad y resultados. Es precisamente en esos momentos de alta tentación para claudicar cuando los dioses de la venta te están midiendo.

A fines de cuenta, si te estás cambiando de trabajo en trabajo, como si fueras una pulga cambiando de perro en perro, ponle cuidado porque la solución no tiende a ser eso. Más bien la solución la encontrarás en el espejo.

Recuerda: Tu éxito es tu responsabilidad.©

Nos vemos en la trinchera.

Graham

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