Aprender por las buenas o por las penas

factor-165Escrito por: Juan Pedro Sánchez (prevencionar.com)

Las personas (y por extensión las empresas), básicamente, aprendemos de dos formas:

 

  1. Por las buenas.
  2. Por las penas.

Es decir, bien para aumentar el bienestar o beneficio futuro en una época buena o “no mala”, o bien para reducir o eliminar “el dolor” de una mala situación.

¿Cuál de las dos formas de aprender es más usual? Por desgracia la segunda, “por las penas”.

No solemos invertir tiempo, dinero y/o esfuerzo en tratar de mejorar una situación hasta que el agua nos llega al cuello.

Sin embargo, todos sabemos que lo más razonable es hacerlo cuando las cosas nos van más o menos bien.

¿Por qué?

Porque tenemos más margen de maniobra. Así podemos realizar un esfuerzo más controlado, dosificado, sin ansiedades innecesarias.

Y esto, para mí, es prevención y promoción de la salud psicosocial.

Así que aprender por las buenas, no sólo es mucho más inteligente para prevenir riesgos que lanzar un S.O.S. cuando ya no podemos más, es muchísimo más rentable y productivo a medio plazo.

Lamentablemente me he encontrado responsables de empresa que piensan que si les va bien, ¿para qué van invertir en mejoras? Si no lo hacen en mejoras tangibles, mucho menos lo harán en intangibles.

Esta visión es extremadamente miope porque nadie que tenga dos dedos de frente cree que le va a ir fenomenalmente bien siempre. Los problemas y obstáculos aparecerán queramos o no.

Las personas que tienen visión, además de vista, saben que en realidad los llamados intangibles no lo son porque tienen un impacto en la conducta visible. Por tanto, también son tangibles. Aunque no se vean a simple vista, se visualizan con un poco de visión.

Tener, por ejemplo, la maquinaria del liderazgo emocionalmente inteligente bien engrasada a pesar de irnos bien, nos permitirá tener equipos fuertes que remarán contra viento y marea cuando llegue el temporal sin pedírselo explícitamente, y con menos conflictos (si los hay).

Para ello hay que invertir en desarrollar las competencias socio-emocionales adecuadas para poder dirigir personas de manera saludable y equilibrada entre resultados y bienestar.

Dirigir o liderar siendo duros con los objetivos y suaves con las personas es algo que se puede conseguir, pero necesita un aprendizaje y entrenamiento adecuados.

Si tratamos de aprenderlo cuando tenemos la urgencia, nos será imposible llevarlo a cabo correctamente porque es algo que no se aprende en dos días, sino que es un proceso que lleva cierto tiempo.

Y luego nos quejaremos de que la formación no sirve para nada porque no obtenemos resultados inmediatos.

Las competencias socio-emocionales son como las ayudas a la prevención, más vale tenerlas y no necesitarlas que necesitarlas y no tenerlas.

¿Por qué nos ocurren estas cosas?

No me cansaré de repetirlo. Porque somos más emocionales que racionales y tomamos decisiones en base a la emoción para después argumentarlas con la razón.

Si no somos conscientes de este proceso, caeremos en él una y otra vez entrando en un bucle infinito de mediocridad.

¿Y tú, aprendes por las buenas, o por las penas?

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