Formación de patrones del comportamiento

Por: Andrew Matthews

Fragmento del libro: “Por favor sea feliz”.

img-actitud-109Puede decirse que la mente es como un iceberg. Existe una porción visible, el consciente; y otra oculta, mucho mayor, el subconsciente o inconsciente. Nuestra mente subconsciente es responsable de buena parte de los éxitos y fracasos que logremos en la vida.

El hecho de que ciertas conductas nuestras se repitan todo el tiempo, se debe al subconsciente. Muchos de nosotros presentamos patrones de vida recurrentes; una experiencia pasada, o un mismo comportamiento, se manifiestan una y otra vez. Algunos de éstos patrones son:

  • Patrones dramáticos: Seguramente conoces personas que padecen patrones de vida dramáticos. Sus vidas son dramas interminables.
  • Patrones de accidente: Ciertas personas tienen un talento especial para accidentarse.
  • Patrones de enfermedad: Algunas personas se enferman cada vez que se les presenta la oportunidad. ¡Hay quienes se enferman todos los lunes por la mañana!
  • Patrones de desorden: Existen personas propensas al desorden.
  • Patrones de quiebra: Las personas con un «patrón de quiebra» actúan automáticamente. Siempre que tienen dinero adicional buscan la manera de deshacerse de él.
  • Patrones de indispensabilidad: Si actuamos con base en este patrón, nuestro sistema de creencias y actitudes contribuirá a crear y perpetuar la situación.
  • Patrones de cambio de empleo: Está constantemente cambiando de empleo.

He aquí otro patrón. Se puede enunciar de la siguiente manera: «la gente es odiosa, la vida es horrible ¿por qué me trata el mundo así? Me quiero morir.» Existe otro patrón de vida que se describe con la expresión «apenas la voy pasando». En este caso, el pensamiento consciente y el subconsciente nos reducen a una situación en la cual la vida nos parece una lucha sin tregua que a duras penas «vamos pasando». ¨¿Cómo estas? ¿Qué‚ tal estás? Aquí, jalando la carreta (que derrotista). Como la mojarra…dos… que tres (que baja estima), ¡como se auto descalifica el humano!

Hemos comenzado por enunciar patrones de vida negativos. Sin embargo, existen patrones positivos que quizá  también se apliquen a ti.

Hay un patrón que llamaremos «nunca me enfermo». Otros patrones son: «confío en la gente y siempre me trata bien» y «todo lo que hago me resulta fácil y divertido».

Es de suponerse que prefieras adquirir patrones positivos y desechar los negativos. Ello nos lleva a preguntarnos: «Cuánto mas durarán estos patrones detestables? ¨¿Hasta cuándo tendré‚ que soportarlos?». La respuesta es: «La vida cambia cuando nosotros cambiamos».

Siempre existe resistencia al cambio.
No siempre es fácil cambiar nuestros patrones de vida, pero es posible hacerlo. Sea cual fuere el punto en que te encuentras actualmente, puedes lograr lo que desees.

Hay que reconocer un hecho: siempre que decidimos cambiar enfrentamos resistencia. Siempre surge el reto contra el que se mide la seriedad de nuestras intenciones. Todo cambio suscita un desafío, sobre todo al principio.

¿Qué hacer para lograr el cambio? Primero hay que reconocer que todo cambio ha de enfrentar resistencia. En pocas palabras, tienes que estar preparado.

La formación de patrones 
Nuestro comportamiento actual es resultado de las experiencias adquiridas en la infancia. En los primeros años, no tenemos criterio y nuestro cerebro está vacío: absorbemos información como esponjas y debido a que nuestras primeras relaciones con el mundo son a través de nuestros padres, su influencia en nuestra vida es enorme.

Solemos establecer relaciones con personas que se asemejan a nuestros padres. Las relaciones que establecemos con los demás son un reflejo de las relaciones que nuestros padres establecían con la gente. Si mis padres eran amables y cariñosos, en el futuro, yo seré así. Si solían abusar de la gente, eso es lo que nosotros mismos habremos aprendido a hacer desde niños. Buscamos pareja entre aquellas personas que se asemejan a nuestro padre o a nuestra madre.

Asimismo, la calidad de nuestra relación con nuestros padres crea su propio patrón. Si de niños experimentamos culpa y desaprobación, nuestra tendencia ser  atraer y asociarnos con quienes nos traten como personas «indeseables». En cambio, si de niños hemos experimentado cariño y aprobación, al llegar a la edad adulta gravitaremos en torno a personas que nos traten con respeto. En pocas palabras, atraemos lo que esperamos, y el mundo nos trata como creemos merecer que se nos trate.

 

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