Aprender a tener más disciplina

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Tal vez algunas veces tengas la sensación de desperdiciar una gran cantidad de tiempo a lo largo del día con tareas que en realidad no nos otorgan ninguna utilidad auténtica. Lo cierto es que hoy en día tenemos a nuestro alrededor una casi infinita lista de posibles distracciones con las que entretenernos.

No se que piensas tu al respecto, pero yo tengo la impresión de que cada vez se aprecia menos el valor que aporta tener disciplina con nosotros o nosotras mismas. Se siente como si en esta época, dedicarse a educarse y trabajar con ganas para conseguir tus sueños y objetivos, fuera algo completamente extraño. Casi como mal visto y poco comprendido en ocasiones. Me gustaría saber que piensas tu a través de los comentarios.
¿Por qué no tenemos disciplina y perdemos el tiempo?

A mi modo de ver, cuando tenemos tareas que llevar a cabo que no nos gustan, puede que limpiar la casa, hacer deberes o tareas relacionadas con el trabajo… Cualquier cosa que nos desagrade hacer, nuestra mente tiende a buscar algo con lo que ocuparse de modo que pueda retrasar lo que tenemos que realizar todo lo que le sea posible. Es posible que alguna vez también te hallas encontrado a tí mismo/a dibujando en los márgenes o en un folio a parte, te pusieras a escuchar música a modo de relajación “un par de canciones” y lo que empezó siendo 10 minutos de relax, se acabase convirtiendo en algo que duró 40 minutos. Navegar por internet, la televisión, usar el teléfono, los videojuegos, libros… según el momento es probable que nos roben la atención sin darnos cuenta al resultar más atractivo a corto plazo que llevar a cabo las tareas.

Y es que uno de los motivos más importantes por los que las personas fallamos al tener disciplina, es que no sabemos motivarnos para cumplir con nuestros deberes. Por ejemplo, tu puedes saber que es importante que hagas 20 minutos de ejercicios diarios para mejorar tu estado físico y tener un corazón fuerte. Pero si tus creencias personales te llevan a creer que el deporte es algo desagradable, o que no va a mejorar tu salud por hacer algo que no te gusta, no tendrás disciplina para hacerlo y que se convierta en un hábito saludable.

Y es que la disciplina está fuertemente ligada a nuestras emociones y nuestros sentimientos. Dicho con otras palabras, considera que la disciplina es compromiso contigo mismo/a y con aquellas personas que dependan de tus acciones. Sólo puede haber disciplina realmente cuando te implicas emocionalmente. De otro modo, encontrarás mil distracciones que harán que tardes cinco o diez veces más tiempo en hacer la misma tarea. Si es que llegas a hacerla.
Patrones guía para ir mejorando la disciplina

La disciplina es una capacidad que nadie puede desarrollar en tu lugar. La única persona que puede imponerte una disciplina, una rutina, una serie de normas, eres tú mismo. Y como ya te he mencionado, dependerá casi por completo de tu implicación emocional con dichas tareas que quieras hacer. Es tu compromiso contigo mismo/a lo que te permitirá llevar a cabo los objetivos que te marques. Por supuesto, alguien puede empujarte a realizar alguna actividad, pero eso no es disciplina.

Usa tus emociones para crear una fuerte disciplina

Por ello, la parte más importante de la disciplina es que busques el motivo por el que sientas que debes hacerlo. Del mismo modo que eres capaz de encontrar decenas de distracciones para no hacer algo, puedes encontrar un vínculo emocional que te haga sentir que tienes la responsabilidad de llevarlo a cabo. Es ese vínculo lo que más te va a ayudar a mantener el impulso de la disciplina si la tarea es complicada.

Nuestras creencias juegan un valor tremendamente importante a la hora de tener disciplina. Si en tu interior realmente consideras que algo no es posible, o que tu no vas a ser capaz de hacerlo, difícilmente te implicarás en hacerlo. Directamente te estarás saboteando. Trabajar las creencias limitantes que tenemos, es algo que llevaría todo un post a parte. Por ahora vamos a dejarlo tan sólo mencionado.

Lo que necesitas es buscar motivos que te empujen hacia tus objetivos. Que te hagan sentir ligado a ellos. Que sientas una fuerte obligación por conseguirlos y no fallarte a ti o a quien tu quieras. Ese vínculo emocional es lo que tiene en común toda la gente que cumple sus metas y tiene una disciplina de hierro. No es porque lo disfruten necesariamente, algunas personas lo llevan demasiado al extremo y ese vínculo que les hace esforzarse al máximo casi roza la angustia existencial hasta terminar la tarea. Hay un término intermedio entre la indiferencia y falta de compromiso emocional, y la obsesión absoluta.

Cada persona necesitará un vínculo con la disciplina diferente. Depende de ti, de tu historia, de tu pasado. Según las creencias que tengas, y de lo que vivieras en tu pasado, necesitarás sentirte emocionalmente ligada o ligado de distinta manera con tus compromisos. Considera que ahí es algo donde yo desde aquí no puedo tocar.

Debes de ser tu quien haga un ejercicio de reflexión personal. Dependiendo de cómo fuera tu historia personal, sé que esto puede resultar doloroso. Lo sé. Pero también sé que una vez que lo hagas, descubrirás que los beneficios que te aportará para tu futuro son mucho mayores de los que puedas imaginar. Te sentirás con fuerzas renovadas y más sólidas para afrontar cualquier situación que se presente.

Gestionar y evaluar nuestra disciplina

Una vez que tengas más claros los motivos que te llevan a querer tener la disciplina suficiente para pelear por tu futuro, necesitarás saber cómo comprobar que estás cumpliendo los objetivos planteados. Y es que no basta sólo con sentirse comprometido o comprometida con lo que deseas, necesitas trabajar para ello. Y saber siempre qué has hecho y qué queda pendiente. Después de todo, nuestro estado de ánimo varía, y siempre viene bien tener una referencia sobre la que guiarse.

Una recomendación para mejorar la disciplina que nos marcamos a nosotros mismos/as  es llevar una lista de cosas pendientes por hacer. Una agenda en la que marcar objetivos diarios estaría muy bien. Al escribir las tareas que vas a llevar a cabo a lo largo del día siguiente (si lo escribes por la noche) o en ese mismo día (si lo haces por la mañana) te permitirá crear un compromiso contigo mismo/a para hacerlo realmente.

Además, tiene una función muy interesante. Y es que te puede servir de sistema de control o chequeo, permitiéndote comprobar por tí mismo/a lo eficiente que has sido al hacer las cosas y ver hasta que punto has cumplido con los objetivos que te habías propuesto.

Habrá días en los que pienses que tienes poco tiempo para cumplirlos y pondrás pocos y otros puede que escribas demasiadas tareas para un día y te encuentres con que al final no has conseguido terminar con todo. No te preocupes, el sistema es flexible, puede ser modificado sin problemas. Si ocurre algo inesperado que no te permita hacer las tareas, no pasa nada. Simplemente queda para el día siguiente.

La función que tiene esto, no es que nos creemos una agenda tan rígida y calculada para optimizar nuestro tiempo que nos limite. Su función real es ser una guía orientativa para saber hacia donde moverte. Como está puesto arriba, si no te da tiempo a terminar algo en un día por el motivo que sea (todos tenemos días en los que no nos apetece hacer gran cosa excepto descansar), sencillamente pásalo al día siguiente y encárgate de hacerlo el día próximo.

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